Mucha gente se pregunta ¿qué es lo que nos ha aportado el
euro? ¿Por qué no nos quedamos con la peseta?
Cierto es que conservar la peseta parecía algo más ‘sencillo’
para el día a día de los ciudadanos no sólo por el hecho de la comodidad, sino
porque para la pequeña empresa, al ser un mercado relativamente cerrado con el
resto de países, existía menos competencia y le resultaba más fácil ‘navegar’,
pero si se hizo el cambio sería para traer más ventajas que inconvenientes.
Por un lado estaba la Unión Europea, que, cuando se fundó 1957, los Estados miembros
se centraron en construir un mercado común para la actividad comercial. Sin
embargo, con el tiempo resultó evidente que se necesitaba una mayor cooperación
económica y monetaria para el desarrollo y florecimiento del mercado interior y
para que la economía europea alcanzase mejores resultados, proporcionando más
empleo y una mayor prosperidad a los ciudadanos europeos. En 1991, los Estados miembros aprobaron el Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht) y
decidieron que Europa tendría una moneda fuerte y estable para en el siglo XXI.
Y España, al estar en la UE, tuvo que cumplir las normas. Pero no fue nada
perjudicial para el país, sino todo lo contrario, trajo consigo numerosas
consecuencias.
Con la nueva
moneda, quedaba eliminada la incertidumbre ligada a la variabilidad de los
tipos de cambio pues éstos desaparecieron entre los países de la eurozona. Desapareció
el riesgo del tipo de cambio en las inversiones y transacciones, de forma que
éstas aumentarían en la zona de la UE: habrá más inversiones y transacciones
entre España y Alemania, por ejemplo.
Al eliminarse los
costes y seguros de cambio entre países de la eurozona se consiguió una mayor
transparencia de precios y menor inflación, así como una mayor competencia entre
empresas europeas debido a la fusión de mercados financieros. Todo esto supuso
una disminución del tipo de interés y una mayor fortaleza del euro. Además,
esta estabilidad que ganaba la moneda originó un descenso en la inflación y un
mayor crecimiento económico.
De hecho,
numerosos economistas aseguran que si España hubiera seguido con la peseta, la
crisis hubiera afectado a nuestro país unas tres o cuatro veces más.
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